Se sigue contando y escribiendo que Boccherini vivió como un indigente o en la miseria durante los últimos años de su vida pero es falso. Se trata de uno de esos mitos que, como la mala hierba, nunca mueren, por más que se hayan demostrado falsos desde hace tiempo. En este caso recomiendo la lectura del libro Boccherini, un músico italiano en la España ilustrada (2002) de Jaime Tortella, donde hay todo un capítulo dedicado a este tema: ‘La pobreza: un mito que hay que desterrar’.

El principal argumento en el que se basa este mito es una visita (25 febrero 1803) de la cantante, pianista y compositora francesa Sophie Gail a Boccherini. Esta visita es mencionada únicamente por los franceses F-J. Fétis y L. Picquot mucho más tarde, en 1839 y 1851, respectivamente. Estos autores no proporcionan la fuente de su información. De esa mujer no se conoce hoy ningún escrito, ni cartas, ni memorias, ni diarios. Tal vez Fétis la conoció personalmente y ella se lo transmitió oralmente, pero es una hipótesis poco probable porque Sophie Gail murió en 1819 (Fétis publicó su libro en 1839). Fétis termina diciendo (Biographie universelle des musiciens et bibliographie générale de la musique, vol.2, Bruselas: Meline, 1837, pág.229): «A pesar de que los últimos años de su vida estuvieron llenos de trabajo sin descanso, se convirtió penosamente en un anciano y tan mal pagado que la indigencia del artista fue extrema, muriendo en 1806».

El relato de estos autores tiene, además, dos errores que lo delatan. Según estos autores Boccherini tocaba la viola, instrumento que no aparece en ninguno de los inventarios de Boccherini). El segundo error es el ruido de los niños (‘enfants’): en 1803 Boccherini todavía tenía tres hijos pero éstos tenían 22, 27 y 28 años. Tampoco había nietos. No es probable que a esa edad sus hijos dieran tanta guerra como para que Boccherini tuviera que retirarse a tocar a un cuartucho. Es más, ya no vivían con él.

Otra fuente de errores ha sido el último testamento de Boccherini. El verdadero texto completo no fue descubierto hasta 1993 [Madrid, Archivo histórico de protocolos] y los biógrafos se han referido a él, incluso después de esa fecha, con un «entresijo sorprendente de medias verdades, ocultaciones, confusiones y opiniones de escasa identidad», como dice Tortella. Si se lee completo, este documento deja constancia de que la situación económica de Boccherini y la de su familia está muy lejos de ser preocupante y que cuenta con amplios ahorros y valores, tanto suyos como de su segunda mujer. 

 
Desmontando el mito.

El primero en dudar de esa supuesta indigencia del músico fue su propio biznieto, Alfredo Boccherini y Calonje, en Luis Boccherini: Apuntes biográficos y catálogo de las obras (Madrid: Rodero, 1879), pág.20: «Efectivamente, la situación de mi bisabuelo esos últimos años no era lo que correspondía a sus merecimientos, pero en manera alguna tan deplorable como se supone, puesto que cobraba su pensión como primer violonchelo de la Capilla Real, sin obligación de asistir a ella, contaba con el producto de sus obras y desgraciadamente su numerosa familia se había reducido a dos hijos, a quienes veía ya colocados»2.

Tortella ha calculado de forma exhaustiva los ingresos y los gastos de los veinte últimos años de la vida del compositor, con tablas de precios de varias decenas de productos de consumo, sus pautas plausibles de gasto, ponderadas según el número variable de miembros que componían la familia y las gráficas comparativas con los ingresos. Todo ello permite afirmar, sin la más leve sombra de duda, que Boccherini no solo no murió pobre sino que su nivel de bienestar multiplicaba por más de tres, en el momento de morir, el salario mínimo de subsistencia (calculado en unos 3.600 reales). Es decir, la situación económica de Boccherini en sus últimos años no era lo espléndida que había sido décadas atrás pero contaba con los suficientes recursos como para llevar una vida más que decorosa.

 

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