Santa Cecilia, patrona ¿de la música?

Todo el mundo sabe que Santa Cecilia es la patrona de los músicos, en su honor se organizan miles de conciertos por todo el mundo, se han escrito cientos de obras musicales, etc. Todos imaginamos una santa que tocaba algún instrumento, cantaba o al menos le gustaba la música. Pues parece que no. Si Santa Cecilia existió, que es bastante dudoso, lo cierto es que no tuvo nada que ver con la música.

Todo lo que sabemos sobre Santa Cecilia se debe a un solo documento, la Passio Sanctae Caeciliae (o Actas de Santa Cecilia), un relato de su martirio escrito en latín en torno al año 450 y atribuido hoy casi con total seguridad a Arnobius el joven, un monje romano del monasterio San Sebastiano.

Cecilia era una joven romana convertida al cristianismo, muy devota, a la que sus padres dieron en matrimonio a un joven pagano llamado Valerius (traducido como Valerio o Valeriano). En la noche de bodas, Cecilia dijo a Valeriano que su virginidad estaba protegida por un ángel. Valeriano pidió ver al ángel pero Cecilia le explicó que antes tenía que purificarse a través del bautismo. Valeriano obedeció y fue al encuentro de un viejo sabio llamado Urbano (mencionado después como papa). Valeriano regresó y vio a Cecilia rezando y entonces pudo ver al ángel que portaba dos coronas, una para cada esposo. Valeriano y Cecilia decidieron entonces vivir en castidad y convencieron al hermano de Valeriano, Tiburcio, para que se bautizara. El prefecto de Roma Turcio Almaquio, que estaba ejecutando a cristianos, condenó a muerte a los dos hermanos. Cecilia convirtió al cristianismo al verdugo y a otras personas y entregó sus bienes a los pobres. El prefecto, después de un largo debate con ella, la condenó a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como sobrevivió, la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero también permaneció ilesa. Por eso el prefecto decidió que la degollaran allí mismo. El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo separar la cabeza del tronco. Huyó, dejando a Cecilia bañada en su propia sangre. Cecilia vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que después de su muerte su casa debía dedicarse como templo (la actual iglesia de Santa Cecilia en Trastévere, levantada en el siglo IX). El papa Urbano la enterró en las catacumbas de Calixto.

En este relato no hay nada que pueda relacionar a Cecilia con la música. ¿Cómo es que ha llegado a convertirse en patrona de la música y de los músicos, desbancando al rey David, la imagen universal de la música durante la mayor parte de la Edad Media?

La Passio Sanctae Ceciliae circuló en cientos de manuscritos durante los siglos siguientes, difundiendo la historia de Santa Cecilia por toda Europa. Varios párrafos tomaron un camino independiente porque fueron usados como rezos y cantos en los oficios del día de la fiesta de Santa Lucía, celebrada el 22 de noviembre desde el s. VI.

Uno de los párrafos en cuestión es el que describe la boda entre Cecilia y Valerio y dice así:

“Llegó el día en el que estaba colocado el tálamo [lugar elevado para los novios] y, mientras sonaban los instrumentos, la virgen Cecilia cantaba en su corazón a su único Señor diciendo: Haz, Señor, que mi corazón y mi cuerpo sean puros, que permanezcan inmaculados”.

En algunos lugares y en algunos oficios medievales se acortaba la frase “cantaba en su corazón a su único Señor”, omitiéndose “en su corazón”, con lo cual se decía “cantaba a su único Señor”, algo que empezó a confundir un poco las cosas. Pero la frase que ha convertido a Santa Cecilia en patrona de la música es “mientras sonaban los instrumentos” (‘cantantibus organis’).

Hay una hipótesis según la cual esta frase debía decir en realidad ‘candentibus organis’, es decir, “mientras se calentaban los instrumentos” (con los que fue martirizada) pero por muy plausible que parezca esta teoría es falsa, tal como ha demostrado categóricamente Domenico Morgant.[1] Esta hipótesis se ha olvidado de que el párrafo no es una antífona aislada sino un fragmento del relato en el que se describe la boda, no el martirio.

En la Edad Media algunos comentaristas enfatizan el hecho de que hubiese música en la boda de Cecilia y muchos artistas la representan en miniaturas de libros y en frescos rodeada de músicos o de instrumentos, pero se entiende que ella no tiene que ver con la música ni es patrona de músicos.

A finales del siglo XV muchos artistas flamencos, para distinguir a santa Cecilia de otras santas, empezaron a representarla al lado de un órgano o sentada al órgano, posiblemente porque el término ‘organis’, que en el s. V significaba instrumento en general, en el XV significaba específicamente órgano. El siguiente paso era inevitable: a lo largo del s. XVI algunos pintores ya ponen los dedos de Cecilia en contacto con las teclas.

La devoción por Santa Cecilia en Países Bajos empezó a ser tan fuerte que en 1502 fue nombrada patrona de los músicos instrumentistas en Lovaina (hoy Bélgica) y en 1515 los cantores de iglesia de Amberes celebraban su fiesta con bebida y comida. A partir de 1530 tanto en Países Bajos como en el norte de Francia se escriben motetes en honor a Santa Cecilia, con textos de la liturgia de su día.

En Italia no hay representaciones de Santa Cecilia ni devoción por ella hasta ca.1515, cuando Rafael pinta El éxtasis de Santa Cecilia, un encargo de la noble Elena Duglioli para la capilla consagrada a la santa en la iglesia de San Giovanni in Monte. En este cuadro aparece Santa Cecilia con un órgano portátil en las manos y con más instrumentos en el suelo, escuchando a un coro de ángeles en compañía de San Pablo, San Juan Evangelista, San Agustín (con el bastón pastoral) y María Magdalena.

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El éxtasis de Santa Cecilia (ca.1515) de Rafael [Bolonia, Pinacoteca nazionale]

A mediados del siglo XVI puede decirse que Santa Cecilia vuelve a Roma, donde había vivido, como explica John Rice.[2] Aquí se crea la ‘Compagnia dei Musici di Roma’ en 1584 bajo el patronazgo de San Gregorio Magno y de Santa Cecilia. Uno de sus primeros miembros es Palestrina, el primer italiano en escribir motetes en honor a Santa Cecilia. Uno de estos motetes es el Cantantibus organis, a 5 voces, publicado en 1575.

En cientos de páginas web se dice que en 1594 el papa Gregorio XIII la canoniza y la nombra patrona de la música pero en esta frase no hay nada cierto: Gregorio XIII murió en 1585, solo canonizó a un santo en 1582 (San Norberto de Xanten) y, para terminar, los mártires no han necesitado canonización posterior pues se los consideró santos desde el comienzo. Salvo contados casos, como Santa Teresa de Jesús o Santiago Apóstol, la mayor parte de los santos patrones de una profesión, de una localidad o de un colectivo no tienen un nombramiento oficial, un decreto de un papa, lo son por tradición.

En la década de 1590 el cardenal Paolo Emilio Sfondrato, el responsable de la iglesia de Santa Cecilia en Trastévere, hace que los cantores papales interpreten en esa iglesia el día de Santa Cecilia y en 1599 supuestamente se descubre bajo la iglesia un cuerpo incorrupto que atribuyen a la santa y el cardenal encarga a Stefano Maderno (no Carlo Maderna, arquitecto) una escultura en la que se representa a Santa Cecilia tal y como la encontraron, con los cortes en el cuello (curiosamente con cabeza, cuando en el año 885 se había expuesto su cabeza en la iglesia romana de los cuatro santos coronados; hay al menos otras 3 cabezas de santa Cecilia por el mundo: en París, Beauvais y en Tours, además de otras reliquias en Albi, Güstrow, el anillo de boda en Cambrai).

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El martirio de Santa Cecilia (1600) de S. Maderno [Roma, Basílica de Santa Cecila de Trastévere].

A partir del siglo XVII Santa Cecilia aparece en multitud de poemas, a veces se la describe cantando al órgano muchas horas al día, y se la retrata en infinidad de cuadros tocando todo tipo de instrumentos. En Francia, Italia, Inglaterra y Alemania se celebraba su día con festivales musicales. En 1683 se funda la Musical Society de Londres, un grupo de músicos y aristócratas que pretende honrar cada año a Santa Cecilia y organiza un festival anual del día de Santa Cecilia. Henry Purcell contribuyó con cuatro odas. Aunque la Sociedad desaparece en 1700 Handel intentó revitalizar la tradición con su Oda para el día de Santa Cecilia, en 1739 el 22 de noviembre en un teatro de Londres, una obra para coro, solistas y orquesta sobre un texto de John Dryden escrito en 1687.

Argumentos en contra de la existencia de una Santa Cecila mártir:

1º. A parte de la Passio Sanctae Ceciliae no se sabe absolutamente nada de la santa cuyo martirio describe. No hay ningún documento, ninguna prueba de la existencia de una Cecilia que haya sufrido martirio. Su martirio no se recoge en el Depositio martyrum de ca.336 escrito por Dionisio Filocalus, ni es mencionada por el papa Damasco principales fuentes de los mártires de Roma. Otros autores del siglo IV como San Ambrosio y San Prudencio, que hablan de muchos mártires, nunca citan a Santa Cecilia.

Aparece en el Martirologio de San Jerónimo (una lista de santos ordenados por el día en el que fueron martirizados) el 22 de noviembre. Este martirologio es de ca.450, contemporáneo de la Passio, a la que copia.

2º. En la Passio, al contrario que en la mayor parte de las pasiones de mártires romanos, no se dice bajo qué emperador tuvieron lugar los hechos. Se menciona al papa Urbano (222-30) pero en esos años no hubo persecuciones a los cristianos. Se dice también que el prefecto de la ciudad de Roma era Turcius Almaquius, el que dio la orden de matar a los tres (Valerio, Tiburcio y Cecilia) pero no hubo ningún prefecto romano con ese nombre. El propio vaticano, en la Enciclopedia católica, reconoce que la Passio es un documento sin valor histórico, es un romance pío, hay que considerarlo como una descripción literaria y legendaria, y reconoce que no se sabe cuándo vivió Santa Cecilia y cuándo sufrió el martirio.

Todo sugiere que Santa Cecilia es una ficción creada por su hagiógrafo, Arnobio el joven, que se inspiró en pasiones de mártires anteriores. Esto es al menos lo que afirma Michael Lapidge,[3] quien ha traducido y ha hecho un comentario crítico de la Passio.

El pretexto para inventar este martirio fue que en el siglo V, cuando se escribió el relato, había en el barrio romano de Trastévere una casa convertida en iglesia, donada posiblemente por una mujer piadosa llamada Cecilia. En ese lugar se alza hoy la basílica de Santa Cecilia que data del siglo IX, con algún añadido posterior. Bajo esta basílica se ha descubierto una casa del siglo II con dos habitaciones, una de ellas con baño. Arnobio conoció seguramente esta casa y por eso incluyó la escena del baño en su relato. Para dar más credibilidad, incluyó en su relato a Valeriano y Tiburcio, personajes que sí son mencionados en otras fuentes, en ninguna de las cuales aparece Santa Cecilia. Esto explicaría por qué fueron enterrados en otro cementerio (catacumba de Pretextato).

Un argumento a favor de la existencia de Santa Cecilia es que el papa Urbano cogió el cuerpo de la mártir y lo enterró junto a sus colegas los obispos, en referencia a la llamada cripta papal en el cementerio de Calixto en la Via Apia. Cuando el prestigioso arqueólogo Giovanni Battista de Rossi en el siglo XIX excavó la cripta papal, encontró al lado otra cripta con inscripciones que empezaban por las letras Caec y supuso que había encontrado la cripta de Santa Cecilia, que es como se la conoce hoy día. Pero no se sabe si esta cripta se creó realmente para una mujer llamada Cecilia y, en ese caso, si esta mujer es la misma que donó su casa en el Trastévere, que es lo que dice Arnobio en su relato.

[1] Morgante, Domenico: ‘´«Cantantibus» o «Candentibus» organis»?’, en la revista “Musica”, nº 324 (marzo 2021), pag.50-54.

[2] Rice, John: Saint Cecilia in the Renaissance, 2022, University Chicago Press.

[3] Lapidge, Michael: The Roman Martyrs, 2018, Oxford Early Christian Studies.

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