Santa Cecilia, patrona ¿de la música?
Todo el mundo sabe que Santa Cecilia es la patrona de los músicos. En su honor se organizan miles de conciertos por todo el mundo, se han escrito cientos de obras musicales, los músicos se van de cena el 22 de noviembre, etc. Todos imaginamos una santa que tocaba algún instrumento, cantaba o al menos le gustaba la música. Pues parece que no. Es bastante dudoso que haya existido esa Santa Cecilia pero, de haber existido, lo que es seguro es que no tuvo nada que ver con la música.
Todo lo que sabemos sobre Santa Cecilia se debe a un solo documento, la Passio Sanctae Caeciliae (o Actas de Santa Cecilia), un relato de su martirio escrito en latín en torno al año 450 y atribuido hoy, casi con total seguridad, a Arnobius el joven, un monje de posible origen africano pero que escribe en Roma. Según esta fuente, Cecilia era una joven romana convertida al cristianismo, muy devota, a la que sus padres dieron en matrimonio a un joven pagano llamado Valerius (traducido como Valerio o Valeriano). En la noche de bodas, Cecilia dijo a Valeriano que su virginidad estaba protegida por un ángel. Valeriano pidió ver al ángel pero Cecilia le explicó que antes tenía que purificarse a través del bautismo. Valeriano obedeció y fue al encuentro de un viejo sabio llamado Urbano (mencionado después como papa). Valeriano regresó y vio a Cecilia rezando y entonces pudo ver al ángel que portaba dos coronas, una para cada esposo. Valeriano y Cecilia decidieron entonces vivir en castidad y Santa Cecila entregó sus bienes a los pobres. Ambos también convencieron al hermano de Valeriano, Tiburcio, para que se bautizara. El prefecto de Roma, Turcio Almaquio, que estaba ejecutando a cristianos, condenó a muerte a los dos hermanos, pero Cecilia convirtió al verdugo y a otras personas al cristianismo. El prefecto, después de un largo debate con ella, la condenó a morir ahogada en el baño de su propia casa. Cecila sobrevivió, así que la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero también permaneció ilesa, de modo que el prefecto decidió que la degollaran allí mismo. El ejecutor dejó caer su espada tres veces pero no pudo separar la cabeza del tronco. Huyó, dejando a Cecilia bañada en su propia sangre. Cecilia vivió tres días más, dio limosnas a los pobres y dispuso que después de su muerte su casa se convirtiera en un templo (la actual iglesia de Santa Cecilia en Trastévere, levantada en el siglo IX). El papa Urbano la enterró en las catacumbas de Calixto.
En este relato no hay nada que pueda relacionar a Cecilia con la música. ¿Cómo es que ha llegado a convertirse en patrona de la música y de los músicos, desbancando al rey David, que fue la imagen universal de la música durante la mayor parte de la Edad Media?
La Passio Sanctae Ceciliae circuló en cientos de manuscritos durante los siglos siguientes, difundiendo la historia de Santa Cecilia por toda Europa. Varios párrafos de este relato tomaron un camino independiente porque fueron usados desde el s. VI como rezos y cantos en los oficios del 22 de noviembre, día asignado a la santa en el Martirologio de San Jerónimo, escrito a mediados del s. V y contemporáneo, por tanto, de la Passio, a la que copia (un martirologio es una lista de santos ordenados por el día en el que fueron martirizados; la mayor parte de los martirologios posteriores han mantenido a Santa Cecilia).
Uno de esos párrafos separados de la Passio es el que describe la boda entre Cecilia y Valerio y dice así:
“Llegó el día en el que estaba colocado el tálamo [lugar elevado para los novios] y, mientras sonaban los instrumentos, la virgen Cecilia cantaba en su corazón a su único Señor diciendo: Haz, Señor, que mi corazón y mi cuerpo sean puros, que permanezcan inmaculados”.
En algunos lugares y en algunos oficios medievales se acortaba la frase “cantaba a su único Señor”, omitiéndose “en su corazón”, algo que empezó a confundir un poco las cosas. Pero la frase que ha convertido a Santa Cecilia en patrona de la música no es esta sino otra del mismo párrafo: “Mientras sonaban los instrumentos» (‘cantantibus organis’ en latín).
Actualmente hay una hipótesis muy difundida según la cual esta frase debía decir en realidad ‘candentibus organis’, es decir, «mientras se calentaban los instrumentos» (con los que fue martirizada) pero, por muy plausible que parezca esta teoría, es falsa, tal como ha demostrado categóricamente Domenico Morgant.[1] Los autores de esta hipótesis han olvidado que el párrafo en cuestión no es una antífona aislada sino un fragmento del relato en el que se describe la boda, no el martirio.
En la Edad Media algunos comentaristas enfatizan el hecho de que hubiese música en la boda de Cecilia y muchos artistas empiezan a representarla en miniaturas de libros y en frescos rodeada de músicos o de instrumentos, pero sin dar por supuesto aún que ella tuviera que ver con la música.
A finales del siglo XV muchos artistas flamencos, para distinguir a Santa Cecilia de otras santas, empiezan a representarla al lado de un órgano o sentada al órgano, posiblemente porque el término ‘organis’, que en el s. V significaba instrumento en general, en el XV había pasado a designar específicamente al órgano. El siguiente paso era inevitable: a lo largo del s. XVI algunos pintores ya ponen los dedos de Cecilia en contacto con las teclas.
La devoción por Santa Cecilia en Países Bajos empieza a ser tan fuerte que en 1502 es nombrada patrona de los músicos instrumentistas en Lovaina (hoy Bélgica) y en 1515 los cantores de iglesia de Amberes celebran su fiesta con bebida y comida. A partir de 1530 tanto en Países Bajos como en el norte de Francia se escriben motetes en honor a Santa Cecilia, con textos de la liturgia de su día.
En Italia no hay representaciones de Santa Cecilia ni devoción por ella hasta ca.1515, cuando Rafael pinta El éxtasis de Santa Cecilia, un encargo de la noble Elena Duglioli para la capilla consagrada a la santa en la iglesia de San Giovanni in Monte. En este cuadro aparece Santa Cecilia con un órgano portátil en las manos y más instrumentos en el suelo, escuchando a un coro de ángeles en compañía de San Pablo, San Juan Evangelista, San Agustín (con el bastón pastoral) y María Magdalena.
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A mediados del siglo XVI puede decirse que Santa Cecilia vuelve a Roma (donde supuestamente había vivido), como explica John Rice.[2] En 1584 se crea la ‘Compagnia dei Musici di Roma’, institución que elige como patrones a San Gregorio Magno y a Santa Cecilia. Uno de sus primeros miembros es Giovanni Luigi da Palestrina, el primer italiano en escribir motetes en honor a Santa Cecilia. Uno de estos motetes es el Cantantibus organis, a 5 voces, publicado en 1575.
En cientos de páginas web se dice que en 1594 el papa Gregorio XIII la canoniza y la nombra patrona de la música pero en esta frase no hay nada cierto: Gregorio XIII murió en 1585, solo canonizó a un santo en 1582 (San Norberto de Xanten) y, para terminar, los mártires no han necesitado canonización posterior pues se los consideró santos desde el comienzo. Salvo contados casos, como Santa Teresa de Jesús o Santiago Apóstol, la mayor parte de los santos que se han convertido en patrones de una profesión, de una localidad o de un colectivo no tienen un nombramiento oficial o un decreto del papa, lo son por tradición.
En la década de 1590 el cardenal Paolo Emilio Sfondrato, responsable de la iglesia de Santa Cecilia en Trastévere, hace que los cantores papales interpreten en esa iglesia el día de Santa Cecilia y en 1599 se descubre bajo esa misma iglesia un cuerpo incorrupto que atribuyen a la santa. El cardenal entonces encarga una escultura a Stefano Maderno (no a Carlo Maderna, como se lee a veces, que era arquitecto).
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En esa escultura se representa a Santa Cecilia tal y como supuestamente se la encontraron bajo la iglesia, con cortes en el cuello pero con cabeza, cuando siglos antes, en el año 885, se había expuesto su cabeza en la iglesia romana de los Cuatro santos coronados. No fue la única, hubo al menos otras 3 cabezas de Santa Cecilia circulando por el mundo: una en París, otra en Beauvais y otra en Tours, además de otras reliquias en Albi, Güstrow o Cambrai (en esta última ciudad el anillo de boda).
A partir del siglo XVII hay muchísimos cuadros en los que se retrata a Santa Cecilia tocando todo tipo de instrumentos y hay multitud de poemas que narran su martirio y sus cualidades, a veces cantando al órgano muchas horas al día. En Francia, Italia, Inglaterra y Alemania se celebra el 22 de noviembre con festivales musicales. En 1683 se funda en Londres la Musical Society, un grupo de músicos y aristócratas que pretenden honrar cada año a Santa Cecilia y organizan un festival anual el día de la santa. Henry Purcell contribuye con cuatro odas. Aunque la Sociedad desaparece en 1700, Handel intenta revitalizar la tradición con su Oda para el día de Santa Cecilia, interpretada el 22 de noviembre de 1739 en un teatro de Londres, una obra para coro, solistas y orquesta sobre un texto de John Dryden escrito en 1687.
Queda claro, por tanto, que relacionar a Santa Cecilia con la música fue un error cometido durante los siglos XV y XVI, error que se ha perpetuado hasta nuestros días. Pero eso no es todo, es probable que la propia figura de Santa Cecila haya sido una invención. Argumentos en contra de la existencia de una Santa Cecila mártir:
1º. A parte de la Passio Sanctae Ceciliae no se sabe absolutamente nada de la santa cuyo martirio describe. No hay ningún documento, ninguna prueba de la existencia de una Cecilia que haya sufrido martirio. Su martirio no se recoge en la Depositio martyrum de ca.336 escrito por Dionisio Filocalus, ni lo menciona el papa Damasco, otra de las principales fuentes de los mártires de Roma. Otros autores del siglo IV como San Ambrosio y San Prudencio, que hablan de muchos mártires, nunca citan a Santa Cecilia.
2º. En la Passio, al contrario que en la mayor parte de las pasiones de mártires romanos, no se dice bajo qué emperador tuvieron lugar los hechos. Se menciona al papa Urbano (222-230) pero en esos años no hubo persecuciones a los cristianos. Se dice también que el prefecto de la ciudad de Roma era Turcius Almaquius, el que dio la orden de matar a los tres (Valerio, Tiburcio y Cecilia), pero no hubo ningún prefecto romano con ese nombre. El propio Vaticano, en la Enciclopedia católica, reconoce que la Passio es un documento sin valor histórico, un romance pío que debe ser considerarlo como una descripción literaria y legendaria, y reconoce que no se sabe cuándo vivió Santa Cecilia ni cuándo sufrió el martirio.
Todo sugiere que Santa Cecilia es una ficción creada por su hagiógrafo, Arnobio el joven (o quien fuera), inspirándose en pasiones de mártires anteriores. Esto es al menos lo que afirma Michael Lapidge,[3] quien ha traducido y ha hecho un comentario crítico de la Passio.
El hagiógrafo parece utilizar como pretexto que en el siglo V, cuando se escribe el relato, había en el barrio romano de Trastévere una casa convertida en iglesia, donada posiblemente por una mujer piadosa llamada Cecilia. En ese lugar se alza hoy la basílica de Santa Cecilia que data del siglo IX, con algún añadido posterior. Bajo esta basílica se ha descubierto una casa del siglo II con dos habitaciones, una de ellas con baño. El hagiógrafo conoció seguramente esta casa y por eso incluyó la escena del baño en su relato. Para dar más credibilidad, incluyó a Valeriano y Tiburcio, personajes que sí son mencionados en otras fuentes, en ninguna de las cuales aparece Santa Cecilia. Esto explicaría por qué fueron enterrados en otro cementerio (catacumba de Pretextato).
Un argumento a favor de la existencia de Santa Cecilia es que, según la Passio, el papa Urbano cogió el cuerpo de la mártir y lo enterró en el cementerio de Calixto en la Via Apia junto a sus colegas los obispos, en referencia a la llamada cripta papal. Pues bien, cuando en el siglo XIX el prestigioso arqueólogo Giovanni Battista de Rossi excavó la cripta papal, encontró al lado otra cripta con inscripciones que empezaban por las letras Caec y supuso que había encontrado la cripta de Santa Cecilia, que es como se la conoce hoy día. Pero no se sabe si esta cripta se creó realmente para una mujer llamada Cecilia y, en ese caso, si esta Cecilia era la misma que donó su casa en el Trastévere, que es lo que dice el hagiógrafo en su relato.
[1] Morgante, Domenico: ‘´«Cantantibus» o «Candentibus» organis»?’, en la revista “Musica”, nº 324 (marzo 2021), pag.50-54.
[2] Rice, John: Saint Cecilia in the Renaissance, 2022, University Chicago Press.
[3] Lapidge, Michael: The Roman Martyrs, 2018, Oxford Early Christian Studies.